El Sol de Tampico. Tampico es una tierra noble para quien busca salir adelante y tener una mejor vida, esta es la historia de Avrina y Emile que abandonaron Haití en busca de una vida mejor y hoy diariamente trabajan limpiando verduras y entregando comida en los nuevos mercados de este puerto.
Sismos, pobreza y hasta el asesinato de su presidente Jovenel Moïse, son algunos de los motivos que orillaron a que miles de haitianos decidieran dejar su tierra natal y emprender una aventura incierta, que incluso podría costarles la vida.
Avrina Jean Piere tiene 38 años y desde hace dos semanas, sin dominar el idioma español, trabaja en la Fonda Meave ubicada en los nuevos mercados de Tampico; su tarea es picar verdura, lavar trastes y entregar los pedidos.
“Haití tiene muchos problemas, persecución, está muy mal, mi mamá, hijos, hermanos se quedaron en Haití, -yo- quiero quedarme en Tampico, hay trabajo, -la vida en Haití- es muy difícil, muy triste, muchos abusos y problemas”, dio a conocer la mujer que apenas está aprendiendo a hablar el español.
Llegar a México fue muy duro, sin embargo, ahora cuenta hasta con permiso para trabajar.
Karina Meave, quien contrató a Avrina, señaló que ella es una persona trabajadora, llega puntualmente a las 6:00 horas y con disposición de aprender.
“Ella dice que ha pasado por carencias, abusos, llegó a Chile, venía en una caravana, pasaron hambre; los ven raro, pero todos somos seres humanos, hay que darles una oportunidad, todos merecemos una oportunidad”, apuntó Karina Meave.
Aunque al principio Emile de 57 años, llegó al mercado con timidez y la complicación de hablar poco español, desde que el negocio Frutas y Verduras Hernández lo contrató como ayudante ahora cuando camina por los pasillos, saluda y bromea con los cargadores de 'entenao'.
“Los cargadores que vienen le decían palabras típicas de Tampico, le decían 'aquí se saluda como amigo y ya último le decía ‘entenao' y él se llevaba con ellos”, explicó Elena Salas Hernández, vendedora.
“Muy apenas nos contestaba, ya con el paso del tiempo va a aprendiendo a convivir con uno, pasan los compañeros, los saluda, pone música haitiana, pone música de África, ya se acopla más a uno”, agregó Salas.
A Emile y algunos de sus amigos les regalaban comida, sin embargo, él les dijo que quería trabajar y su esposo fue a las oficinas del Instituto Nacional de Migración (INMI) para saber de qué forma podría contratarlo.
Karina Meave, quien contrató a Avrina, señaló que en los trabajadores mexicanos ha encontrado apatía y desinterés por lo que no dudó en darle la oportunidad a una persona de nacionalidad extranjera, y sí es trabajadora.
“De los locales hay gente muy floja, están pegadas con el teléfono todo el santo día y en cualquier lugar, Avrina, empaniza, lava trastes, está aprendiendo y estamos aprendiendo de ella”, explicó Elena, quien coincide en la necesidad de darle la oportunidad a quienes, por alguna razón, son diferentes.
“Como todo mexicano muchos apoyamos y muchos vienen y se burlan, pero hay que darles chance, hoy por ellos y mañana por nosotros”, finalizó.
En tanto los haitianos poco a poco se habitúan a esta ciudad huasteca, a sus calles, comida e incluso modismos, encontrando en Tampico y sus mercados una posibilidad de mejor vida que anhelaron al salir de su patria.