La Ciudad más norteña del Sur

Por: Administración
2019-07-30 20:01:36
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Enclavada en la costa pacífica mexicana, forma parte de la franja conocida como “Istmo de Tehuantepec” que inicia (o termina) en el estado de Veracruz y culmina (o empieza) en el de estado de Oaxaca.

Nos denominamos “xhuncos”, gentilicio que alude al zapoteco (didyazaá) para referir al “benjamín” de la casa… como un pueblo de creación reciente, que apoyado por el desarrollo traído por el porfiriato recibió oleadas de migrantes provenientes de Asia, Europa y norte de África… de eso se ha hablado mucho y existen buenos trabajos de investigación al respecto con mayor o menor “aderezo” social y por ende hay cientos de paisanos que (como yo) tenemos apellidos importados aunque la “clayuda” (así se dice, con “C”) la tengamos tatuada en el corazón… cabe decir que tampoco es momento de hablar de la viabilidad económica de proyectos presidenciales, pues hoy no es momento ni el lugar.

Para hay una segunda migración, la que ocurrió durante los setentas y ochentas, con el auge de la industria camaronera en el pacífico y la creación de la refinería “Antonio Dovalí Jaime”.

Como dice mi amigo Roberto Carlos “la primera (migración) forma parte de la nostalgia, de las raíces. La segunda (migración) está en el aire, la respiramos, la saboreamos…” y es sobre la segunda migración donde hoy reparo, a la que llegó “del norte” y es que para los sureños, el norte empieza más o menos donde se nos pegue la pinche gana…

En la segunda migración, el noroeste se hizo presente con oleadas de sinaloenses y sonorenses que llegaron al pueblo en barcos camaroneros o para trabajar en el “dique seco” (ASTIMAR 20), que nos trajeron el gusto por los aguachiles, palabras como “gallada”, “plebe” y “chilo” fueron adoptadas en algunos barrios (como el mío) populares del pueblo, el “zarandeado” se acogió como propio y en las rocolas de las cantinas quedó por años una buena selección de música de banda -obviamente- sinaloense.

La segunda oleada “norteña” vino desde el golfo con tamaulipecos y veracruzanos (del norte imaginario) que llegaron a nuestro pueblo con la refinería, trajeron también (aunque con no tan contundentes resultados) el “zacahuil”, los corridos y palabras como “ferear” para referir al cambio y “primo” para referir a los amigos más cercanos.

Y ojo, aquí no hablamos zapoteco de forma autóctona, lo referimos, nos enorgullecemos de él y algunos afortunados lo hablan con fluidez. Hemos tomado de todo quien nos visita aquello que hace sentido en nuestra idiosincrasia, decimos “verga” (Sic) para casi todo, decimos “subir y bajar” como verbos transitivos, nos reconocemos istmeños, pero sobre todo, nos llamamos con orgullo “xhuncos”… de Salina Cruz.

C.P. Karol E. Castillo Petrikowski