EL SOL DE LEÓN. Cada 31 de julio, Guanajuato capital celebra la festividad de San Ignacio de Loyola, una tradición profundamente arraigada que combina fervor religioso, expresiones culturales, arte local y convivencia comunitaria. Durante el 30 y 31 de julio, la montaña donde se ubica la cueva del santo se convierte en punto de encuentro para familias, jinetes, devotos y artistas.
San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, es venerado por la comunidad desde hace décadas. Su imagen se encuentra en una cueva ubicada en la montaña del Cerro de la Bufa, y cada año atrae a fieles que acuden a agradecer favores, cumplir promesas o mantener viva una tradición transmitida de generación en generación.
El 30 de julio es protagonizado por asociaciones de cabalgadores que arriban desde temprano. Se celebra una misa especial, seguida de un convivio con comida, música de banda y concursos ecuestres.
Por la noche, un espectáculo de pirotecnia iluminó el cielo, generando un ambiente festivo que congregó a decenas de familias.
Durante la noche del 30, botes encendidos con fuego son colocados estratégicamente en la montaña para iluminar el entorno. Esta tradición, profundamente simbólica, transformó el paisaje nocturno y reforzó el carácter espiritual de la celebración.
El 31 de julio, desde muy temprano, comienzan a llegar feligreses de todo el estado. La misa solemne frente a la cueva, celebrada alrededor de la una de la tarde, reunió a familias enteras en un ambiente de recogimiento espiritual.
Las danzas tradicionales, las bandas y la participación de artistas locales son un fuerte componente cultural. Como acto estelar, se presentó el grupo musical Los Valedores de la Sierra, con su repertorio de música popular.
Muchas familias llevan sus propios ingredientes y los cocinan directamente en el sitio. En comales improvisados se prepararon chiles rellenos, carne asada o nopales recién cortados, convirtiendo la comida en una extensión de la fe y del sentido de comunidad.
El gobierno municipal habilitó un acceso especial desde el bulevar Diego Rivera hasta la zona cercana a la cueva. Ahí, los visitantes pueden dejar sus vehículos y continuar a pie, lo que permite reducir congestionamientos, mejorar la seguridad y brindar mayor comodidad a quienes participan en las actividades.