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Ola de intelectuales y políticos de Israel exigen frenar genocidio en Gaza

Por: Administración
2025-08-12 21:42:35
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MILENIO. Figuras y sectores importantes de las élites de Israel, entre intelectuales, políticos, militares e incluso la comunidad de inteligencia, han abandonado el argumento de que el derecho a defenderse justifica todas las acciones bélicas que realiza su gobierno, y hacen crecer una ola de expresiones públicas de alerta, disensión y demanda de ponerle un alto a la violencia y al exterminio por hambruna.

Hay una demanda rotunda: permitir que entre la ayuda humanitaria a Gaza.

Es nuestro genocidio, se titula el informe reciente de dos importantes organizaciones israelíes que reconoce las acciones de su ejército. Genocidio es una de las palabras tabú, junto a crímenes de guerra, limpieza étnica y campo de concentración, que no querían usar porque hacerlo era visto como traición en momentos de trauma nacional.

Sin embargo, cada dìa que pasa crece la ola de denuncias y advertencias de intelectuales de alto nivel que en octubre de 2023 consideraron necesario responder miltarmente el ataque del Movimiento Hamás, como el novelista David Grossman, los expertos en el Holocausto, Omer Bartov y Amos Goldberg, y el filósofo Yuval Noah Harari. También se han sumado políticos y cientos de oficiales en activo y en retiro del ejército y las agencias de seguridad interior –Shin Bet–, y exterior –Mossad–.

Mientras crecen en Tel Aviv y otras ciudades las manifestaciones de personas que muestran las fotografías de niñas y niños esqueléticos que recuerdan a los de los prisioneros de los nazis y que la sociedad todavía se niega a ver, y se consolida el consenso de los expertos mundiales en genocidio de que eso es lo que está perpetrando Israel, el muro del negacionismo se está desmoronando a pedazos.

“Es un genocidio porque Gaza ya no existe”: expertos

En octubre de 2023, el israelí Omer Bartov, uno de los principales historiadores del genocidio nazi, aceptó lo que llamó el derecho de Israel a la “defensa limitada” y fue crítico desde el principio ante la magnitud y brutalidad de la respuesta militar. 

Se cuidó, sin embargo, de usar la palabra genocidio por rigor semántico y porque esa palabra podía desviar el análisis hacia lo emocional. Los hechos lo hicieron cambiar de postura y pronto empezó a denunciar que Israel no luchaba contra Hamás sino para hacer que Gaza resultara inhabitable.

Como él, lo que describe como “la comunidad más amplia de estudiosos del genocidio” llegó a un consenso de que eso es lo que perpetra Israel, pero en un artículo de New York Times Magazine, publicado este 15 de julio con el título “Soy un experto en genocidio, lo reconozco cuando lo veo”, alertó de que se estaba produciendo una ruptura, pues “la mayoría de los académicos del Holocausto que conozco no comparten, o al menos no expresan públicamente, esta opinión”.

El historiador Bartov señaló que quienes “insisten en ignorar o negar las acciones genocidas de Israel amenazan con socavar todo lo que la investigación y la conmemoración del Holocausto han defendido”. Para él esto “no se trata de una simple disputa académica”.

Entre las excepciones de ese grupo incluyó a Amos Goldberg, titular de la cátedra de Estudios del Holocausto en la Universidad Hebrea de Jerusalén. 

“Me llevó tiempo” llegar a la conclusión de genocidio, le explicó Goldberg al francés Le Monde, el 29 de octubre de 2024. “El 7 de octubre fue una conmoción, una tragedia, un ataque horrendo. Fue doloroso, criminal. De una magnitud jamás vista en Israel”. Pero la respuesta israelí llegó al extremo en que Goldberg afirma: “Lo que está sucediendo en Gaza es un genocidio porque Gaza ya no existe”.

Intelectuales: “Con el corazón roto, es genocidio”

“Durante años me negué a usar esta palabra: ‘genocidio’. Pero ahora no puedo evitar usarla, después de lo que he leído en los periódicos, después de las imágenes que he visto y después de hablar con personas que han estado allí”, sostuvo David Grossman, el único todavía vivo de la llamada “tríada de oro” de escritores que dieron forma al canon literario israelí, que formaba con Amos Oz y A.B. Yehoshua.

En declaraciones al diario italiano La Repubblica, publicadas el 1 de agosto, dijo que constataba “con un inmenso dolor y el corazón roto” que su país practica un genocidio, “una palabra-avalancha: una vez que la pronuncias, no deja de crecer, como una avalancha, justamente. Y trae aún más destrucción y más sufrimiento”. 

Y particularizó: “Incluso solo pronunciar esta palabra, genocidio, en referencia a Israel, al pueblo judío: basta con que exista esa asociación para entender que nos está pasando algo muy grave”.

El filósofo Yuval Noah Harari, de 49 años y autor de bestsellers mundiales como Sapiens Homo Deus, todavía no admite un genocidio, pero advirtió el 8 de julio, en charla para el británico Unholy Podcast Dos judíos en las noticias, que “lo que enfrentamos, si Israel continúa en su trayectoria actual, es el potencial de una campaña de limpieza étnica en Gaza y Cisjordania”.

La preocupación que expresa aquí no es por las víctimas (“No hay nada exclusivamente malo en lo que está ocurriendo en Gaza, lo hemos visto muchas veces en la historia y también hoy en diferentes partes del mundo”), sino por que “este podría ser el mayor punto de inflexión en la historia judía desde la caída del Templo en el año 70”, ya que “el judaísmo ha sobrevivido, se convirtió en el campeón mundial de la supervivencia ante catástrofes, pero nunca se enfrentó a una catástrofe como la que estamos enfrentando ahora: una catástrofe espiritual para el judaísmo en sí”.

Oficiales piden el fin de la guerra… a Trump

En días recientes, a partir de una iniciativa de pilotos de la fuerza aérea, los medios israelíes han publicado numerosas cartas abiertas de grupos de soldados y oficiales que denuncian que la coalición de Benjamin Netanyahu prosigue la guerra no por intereses nacionales sino sectarios, y que desde principios de 2024 podría haber pactado para liberar a los rehenes.

Ante la falta de escucha del gobierno, este 4 de agosto el grupo “Comandantes por la Seguridad de Israel”, formado por aproximadamente 600 ex funcionarios retirados de alto rango del ejército, inteligencia (Mossad, Shin Bet), policía y diplomacia, optó por dirigirse públicamente al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, exigiendo que presione al primer ministro Netanyahu para poner fin a la guerra.

Su evaluación fue que “Hamás ya no representa una amenaza estratégica para Israel”, enfatizaron que el regreso de los rehenes es la prioridad y “sólo puede lograrse mediante un acuerdo”, y denunciaron que los combates se han “prolongado por razones políticas más que por necesidad militar estratégica”.

Entre los firmantes destacan figuras como Ehud Barak (ex primer ministro y jefe del Estado Mayor), Moshe Yaalon (ex ministro de Defensa), Tamir Pardo, Efraim Halevy, Danny Yatom (exdirectores del Mossad), y Ami Ayalon, Nadav Argaman, Yoram Cohen, Yaakov Peri, Carmi Gillon (ex directores del Shin Bet).

Varios de ellos ya habían expresado críticas durísimas, como Moshe Yaalon, ex ministro de Defensa y ex jefe del Estado Mayor, quien además de denunciar crímenes de guerra (“el camino por el que nos están arrastrando es ocupación, anexión y limpieza étnica”), añadió que las órdenes de arresto de la Corte Penal Internacional contra líderes israelíes estaban “totalmente justificadas”, que la ideología del gobierno de Netanyahu es “mesiánica, nacionalista y fascista” y describió a su administración como una “dictadura racista, corrupta y leprosa”.

“Nos escondemos detrás de una mentira que nosotros hemos forjado”, sostuvo Tamir Pardo, ex director del Mossad, “estamos a la vera de la derrota... Lo que el mundo ve hoy es creación nuestra”. Ami Ayalon, ex director del Shin Bet, advirtió: “Esta guerra ha dejado de ser una guerra justa y está llevando al Estado de Israel a perder su seguridad e identidad”.

Varias de estas figuras habían expresado su descontento y su preocupación en meses pasados.

Igualmente, políticos que antes ocuparon los puestos de mayor importancia, hablaron fuerte. Como el ex primer ministro, Ehud Olmert, quien condenó los planes de establecer una “ciudad humanitaria” en el sur de Gaza, calificándola inequívocamente de “campo de concentración”, parte de una “limpieza étnica”.

O el ex presidente del Parlamento y ex jefe de la Agencia Judía, Avraham Burg, quien confesó haber experimentado una “crisis moral”, lidiando con el conflicto entre su patriotismo y la obligación de oponerse a las acciones de su país cuando violan la ética básica, y ha adoptado una postura radical al exigir “sanciones internacionales para detener la hambruna y la expulsión de palestinos en Gaza”.

El gobierno de Netanyahu aprobó una ley para perseguir judicialmente a quien pida presiones externas sobre Israel, como Burg.

Pero no está solo: el 29 de julio, 31 académicos, artistas e intelectuales (como el ganador del Oscar, Yuval Abraham, el ex fiscal general Michael Ben-Yair, y los ganadores del Premio Israel) difundieron una carta en la que declaran: “La comunidad internacional debe imponer sanciones severas a Israel hasta que ponga fin a esta brutal campaña e implemente un alto el fuego permanente”.

Es nuestro genocidio: organizaciones

Sometidas a una persecución judicial, fiscal, financiera y mediática impulsada desde el gobierno de Netanyahu, las agrupaciones de derechos humanos habían sido discretas al denunciar la violencia del ejército sin usar las palabras tabú.

El 30 de julio, B’Tselem y Médicos por los Derechos Humanos rompieron sonoramente la mordaza al publicar un extenso y detallado informe sobre el crimen de crímenes perpetrado en Gaza por el Estado de Israel, con tanta contudencia que plasmaron en el título del documento una atribución colectiva que no deja resquicio para ignorar la responsabilidad de cada ciudadano y ciudadana: “Es nuestro genocidio”.

De esta forma, marcaron un parteaguas en el discurso interno del país, presentando las evidencias de una política sistemáticamente coordinada que incluye matanzas masivas, creación de condiciones de vida imposibles, desplazamientos forzados y destrucción deliberada de infraestructura esencial.

Criticaron, además, la complicidad de Estados Unidos y Europa, e hicieron un llamado tanto a la sociedad israelí como a la comunidad internacional a actuar con urgencia para detener estas políticas genocidas y proteger a la población afectada, utilizando todos los medios disponibles según el derecho internacional, como el boicot y el rompimiento de relaciones diplomáticas.

“Nada te prepara para darte cuenta de que formas parte de una sociedad que comete genocidio”, concluye el informe. “Este es un momento profundamente doloroso para nosotros”.


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