Escenarios más favorables que lesivos para Trump

Por: Administración
2019-12-29 15:05:19
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NUEVA YORK.- La estrategia de la líder demócrata Nancy Pelosi de iniciar el proceso de destitución (impeachment) del presidente Donald Trump con base sólo en dos supuestas violaciones a la ley sienta un negativo precedente para futuros gobiernos e, incluso, podría tener como consecuencia la reelección del mandatario.

En entrevista con Proceso, John Bonifaz, abogado constitucionalista y cofundador del organismo Free Speech for People, que ha encabezado el esfuerzo civil por destituir a Trump, considera que los dos artículos en que se basa el juicio político ignoran todas las demás instancias en que el presidente, ostensiblemente, ha violado la ley.

Los cargos son abuso de poder y obstrucción de la justicia en relación con el intento de Trump para que Ucrania investigara a uno de sus rivales políticos, Joe Biden, con el propósito de influir en la campaña presidencial de 2020. Para Bonifaz, dos únicos cargos mandan “una peligrosa señal” a futuros mandatarios estadunidenses.

“Creemos que es un error estratégico y constitucional basar el juicio político en un enfoque tan estrecho, que sólo considera el abuso de poder del presidente en relación al escándalo por sus tratos con Ucrania, lo que implica que otros presuntos delitos del presidente permanecerán sin ser examinados”, puntualiza.

La Cámara de Representantes, con la oposición total del Partido Republicano y dos demócratas, votó el pasado miércoles 18 por iniciar el juicio político. El procedimiento se realizará en el Senado, donde los republicanos mantienen la mayoría, por lo que parece poco probable que el presidente sea declarado culpable.

El proceso en la Cámara de Representantes se desarrolló con prontitud, en menos de tres meses, a fin de que el Congreso y los aspirantes presidenciales demócratas pudieran enfocarse en otros temas. Bonifaz, lo mismo que varios legisladores demócratas, consideran esa premura como un grave error.

Coautor del libro The Constitution Demands It: The Case for Impeachment of Donald Trump (Melville House, 2018), Bonifaz opina que al menos una docena de actos de Trump han sido violatorios de la Constitución y justificarían su remoción. Entre los episodios criminales destacan los beneficios financieros que obtuvo Trump de gobiernos extranjeros mediante su hotel en Washington D.C., la destitución del director del FBI, el trato cruel a niños migrantes en la frontera, el perdón al alguacil convicto Joseph Arpaio, violaciones al financiamiento de campaña al pagar a examantes y su respaldo a supremacistas blancos, entre otros.

La lista de actos potencialmente criminales de Trump es larga, y algunos de esos delitos están incluso documentados en el informe del fiscal especial Robert Mueller, entregado a principios de año al Congreso, sobre la interferencia de Rusia en las elecciones de 2016.

“Este es un presidente sin ley, que desafía la Constitución y el estado de derecho todos los días, por lo que debe ser llamado a rendir cuentas por el amplio rango de sus abusos de poder, y no sólo por un incidente asociado con Ucrania”, insiste Bonifaz.

Para el constitucionalista, Estados Unidos atraviesa por un momento “extremadamente peligroso”, pues con este proceso de destitución enfrenta “el mayor desafío para sus instituciones democráticas en una generación, y diría que ciertamente nuestra democracia está en juego”.

La preocupación de Bonifaz no parece exagerada. Trump ganó la presidencia en 2016 sin el respaldo del voto popular, con 3 millones de votos menos que su rival demócrata, y con la ayuda de un gobierno extranjero, Rusia, de acuerdo con el informe entregado por el fiscal Mueller.

Para estas elecciones, Trump no sólo intentó volver a reclutar a un gobierno extranjero para intervenir a su favor en la campaña electoral, sino que el Partido Republicano ha hecho lo posible por obstruir los intentos de que el público conozca más sobre este incidente.

El líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, cuyo papel es equivalente al de un miembro de un gran jurado, ha dicho que está en comunicación con la Casa Blanca, donde radica precisamente el acusado, para coordinar la estrategia sobre el proceso.

En consecuencia, McConnell decidió que evitará llamar a testigos con conocimiento directo de la supuesta extorsión a Ucrania efectuada por Trump. Esos testigos serían, al menos, su jefe de gabinete, Mick Mulvaney, y su abogado personal, Rudolph Giuliani.

Pese a las limitaciones, algunos legisladores demócratas, aquellos que buscan reelegirse en distritos muy competitivos, prefieren un juicio breve a prolongar un proceso que podría malquistar a sus electores. La lógica es que de cualquier manera el Senado declararía la inocencia de Trump.

Para Bonifaz, sin embargo, un proceso que arroje más información sobre los actos presuntamente criminales de Trump convencería a más estadunidenses, e incluso a senadores republicanos, de la necesidad de destituir al presidente. Tan sólo cuatro senadores republicanos serían necesarios para remover al mandatario.

“Creo que es absolutamente posible que cuatro o más senadores, en especial aquellos que compiten por la reelección en estados vulnerables, se tornarán contra Trump. Ellos pueden comprender que apoyar el juicio de McConnell, que es una farsa, va contra los deseos de sus propios votantes”, indica Bonifaz.

Existen pocas señales de que McConnell y los republicanos consideren cambiar de estrategia, en especial cuando hasta el momento los supuestos delitos de Trump, cometidos en complicidad con su partido, no han afectado en gran medida a la opinión pública.

Apoyo a Trump

Las encuestas muestran que el respaldo de los ciudadanos a la labor de Trump como presidente, alrededor de 40%, no ha variado desde que comenzó el proceso de destitución y, de hecho, no ha cambiado prácticamente desde que inició su presidencia.

El porcentaje es muy bajo para un presidente en funciones, pero sería suficiente incluso para que Trump lograra reelegirse dado el anticuado sistema de elección estadunidense, que no se basa en el voto directo, sino en un colegio electoral que favorece a los estados más conservadores.

Las encuestas no sólo han permanecido sin movimiento, sino que incluso algunas muestran que el apoyo al proceso de destitución ha ido a la baja. Una encuesta difundida el miércoles 18, el mismo día que la Cámara de Representantes aprobó iniciar el juicio a Trump, reveló que el apoyo al trabajo del presidente aumentó por tercer mes consecutivo.

Realizada por Gallup, la encuesta indicó que Trump goza de una aprobación de 45% y que el apoyo al juicio de destitución sigue disminuyendo, para ubicarse en 46% o cinco puntos porcentuales menos que cuando Pelosi anunció en octubre el inicio del proceso. Una encuesta de CNN de la semana anterior mostró idénticas tendencias.

La estrategia de la Casa Blanca ha consistido en promover la idea de que el procedimiento va a beneficiar políticamente al presidente. En un acto masivo celebrado esta semana en Michigan, Trump afirmó ante sus devotos seguidores: “Este es un proceso de destitución light… no sé ustedes, pero yo me estoy divirtiendo”.

La Casa Blanca ha expresado que el esfuerzo demócrata tendrá el mismo efecto que el intento de destitución al presidente Bill Clinton. Los ciudadanos, entonces, mostraban un apoyo a Clinton superior a 70%.

El caso de Trump es más complejo que el de Clinton (acusado de mentir en torno a una relación extramarital), lo que no ha evitado que el mandatario redoble sus ataques al proceso, al que llama “una cacería de brujas” orquestada por el temor de los demócratas a enfrentarlo el próximo año en las urnas.

Hasta el momento, el juicio político no ha logrado persuadir a los electores republicanos de que retiren su apoyo a Trump, de acuerdo con las encuestas, lo que preocupa a los demócratas y sus aliados, quienes consideran que el procedimiento, en efecto, podría favorecer al presidente.

“Lo que sugieren las tendencias en las últimas semanas es que el intenso enfoque en el juicio político ha ayudado marginalmente a Trump, en vez de perjudicarlo”, escribió esta semana el analista Chris Cillizza, editor y columnista del canal de noticias CNN.

Continuó: “el cambio en la opinión pública es leve, sí, y bien puede ser temporal. Pero por el momento, este es el tipo de cosas que ponen a los demócratas un poco (y tal vez más que un poco) nerviosos por el camino que han elegido”.

De hecho, la congresista Pelosi resistió durante meses el llamado a iniciar el proceso político a Trump. Fue hasta que se hizo pública la transcripción de la llamada de julio pasado de Trump al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, cuando la líder demócrata se animó a iniciar el juicio político.

“El proceso de destitución es tan polarizante para el país que, a menos de que haya algo muy convincente, abrumador y bipartidista, no creo que debamos seguir ese camino, porque divide al país. Y simplemente, él (Trump) no lo vale”, indicó Pelosi en marzo pasado al diario The Washington Post.

Los aparentes crímenes de Trump han sido tan abundantes y tan frecuentes que, tal como dijo Pelosi con verdadero pesar al aprobar el proceso de destitución, el presidente había dejado a los demócratas “sin otra opción”. Los demócratas estaban obligados moral y legalmente a iniciar el juicio.

“Hay que defender los principios constitucionales básicos, independientemente del resultado”, indicó Shadi Hamid, analista de Brookings Institution, en una columna publicada esta semana por The Atlantic.

Agregó: “Sin embargo, decir que Trump merece un juicio político es diferente a decir que el juicio político es bueno para el país. De hecho, podría tener un resultado bastante malo”.

Para algunos, la mejor alternativa hubiera sido, simplemente, dejar que Trump se enfrentara a los demócratas en las urnas, y que fuera derrotado. Otros consideran lo contrario: que la tibieza y cautela sobre las consecuencias políticas del juicio es justamente lo que perjudicará a los demócratas.

Para el constitucionalista Bonifaz, así como para numerosos demócratas, entre ellos el legislador Al Green, quien llamó a destituir a Trump a las pocas semanas de que llegara a la Casa Blanca, el Partido Demócrata debió ser mucho más agresivo en señalar los supuestos crímenes cometidos por el presidente.

“Entre más evidencia sea expuesta, y entre más información sobre el tema sea ofrecida a la gente, más estadunidenses van a respaldar el principio esencial de que nadie está por encima de la ley, ni siquiera el presidente de Estados Unidos. Los demócratas están cometiendo un gravísimo error al apresurar el impeachment”, advierte Bonifaz.

Fuente: Maurizio Guerrero / Proceso