Miguel Díaz-Canel, el nuevo líder cubano que se aferra a la continuidad

Por: Administración
2021-04-20 19:53:33
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EXPANSIÓN. Nacido después del triunfo de la revolución en 1959, Miguel Díaz-Canel, presidente y ahora primer secretario del Partido Comunista, encarna la nueva generación en el poder en Cuba, más conectada, pero no necesariamente más flexible.

Cuando llegó a la presidencia en 2018, se había escrito mucho sobre sus traslados en bicicleta mientras trabajaba en provincia, sus pantalones vaqueros, su pasión por los Beatles, el uso de tabletas digitales... ciertamente mostraba un estilo más moderno que el de los hermanos Castro.

El primer gobernante de Cuba en 62 años sin apellido Castro ni uniforme militar ocupa desde hoy el otro gran puesto de poder en el país: primer secretario del Partido Comunista cubano (PCC).

Pero "no es un advenedizo ni un intruso", advirtió Raúl Castro, su predecesor.

Porque este hombre de 60 años, encanecido rápidamente en el cargo, voz ronca y sin gran talento en la oratoria, ha pasado toda su carrera en el Partido Comunista, siguiendo escrupulosamente cada uno de los escalones para alcanzar el cargo supremo.

El nuevo primer secretario aseguró tras asumir el timón del PCC que seguirá consultando con Raúl Castro, de 89 años, "las decisiones estratégicas del futuro de la nación".

Graduado de ingeniería electrónica en 1982, Díaz-Canel comenzó su carrera política en 1987 en la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), la cantera del PCC, como profesor universitario. Era una época de relativa prosperidad, cuando Cuba gozaba del auspicio de la extinta URSS.

El gran público conoce poco de su ascenso. De joven integró una misión internacionalista a Nicaragua con otros miembros de la juventud comunista, fue jefe del partido en dos provincias, ministro de Educación Superior, vicepresidente en 2013 antes de ser designado presidente por los diputados, elegidos de igual manera por el partido único.

Nacido en 1960 en Placetas (Villa Clara, centro), Díaz-Canel lidera una renovación generacional más amplia en el PCC, con la premisa de garantizar la continuidad del sistema establecido por Fidel Castro hace seis décadas.

El nuevo primer secretario aseguró tras asumir el timón del PCC que seguirá consultando con Raúl Castro, de 89 años, "las decisiones estratégicas del futuro de la nación".

Mano dura

Díaz-Canel es también el primer civil en dirigir el partido y su única experiencia militar fueron tres años de servicio en una unidad de misiles antiaéreos.

"Hablamos muchas veces", recuerda Harold Cárdenas, analista político y director del medio digital La Joven Cuba. Cuando su revista fue amenazada con el cierre en 2013, "fue a vernos allí, se sacó una foto con nosotros, nos apoyó públicamente”.

En esa ocasión, "conocimos de primera mano al Díaz-Canel conciliador, que entiende la tecnología".

Pero el tono cambió desde su ascenso al poder: a finales de diciembre calificó en Twitter a los medios independientes cubanos de "mercenarios y mentirosos".

"Es difícil (ver) el Díaz-Canel conciliador cuando tiene a Trump cuatro años haciendo la política más agresiva que ha habido con Cuba posiblemente en 60 años", concede Cárdenas.

Y aunque prometió un PCC "más democrático, atractivo y cercano al pueblo", Díaz-Canel también advirtió a los "activistas del caos" de que "la paciencia tiene límites".

"Advertimos al lumpen mercenario que la paciencia de este pueblo tiene límites", subrayó el también presidente cubano en su primer discurso como primer secretario del PCC, formación que concluyó este lunes su VIII Congreso, tras cuatro días de debates a puerta cerrada.

Díaz-Canel sostuvo que la Revolución "no teme al pensamiento creador, sino que lo aúpa y cultiva", aunque reiteró que no permitirá que "los activistas del caos y el desacato mancillen a la bandera e insulten a las autoridades", según el texto difundido por la Agencia Cubana de Noticias.

De manera general "el cambio generacional no es promesa de nada" sobre una apertura política, pues "la vía mas rápida en Cuba para apuntarse méritos políticos dentro de la estructura política del país, es mostrar mano dura", opina.

El presidente ha basado su estilo de gobernar en un principio: la presencia constante en el terreno, ya sea física, con numerosos viajes a las provincias, o virtual, mediante la apertura de su cuenta de Twitter, que usa para comunicarse varias veces al día.

Formación ideológica

También cuida su imagen. Solo ha concedido una entrevista a un medio extranjero, el canal venezolano Telesur, o mostrando un rostro más humano junto a su esposa, Lis Cuesta, quien ocupa de hecho el cargo de Primera Dama, una posición sin precedentes desde la revolución.

Padre de dos hijos de un primer matrimonio, es descrito como sencillo y asequible por sus seguidores, quienes dicen que "sabe escuchar”.

Básicamente, "es un hombre radical", apunta el profesor y ex diplomático cubano Carlos Alzugaray: "Su principal trayectoria ha sido dentro del partido, no dentro del gobierno. Él está en el plano de la lucha política, de la lucha ideológica".

Y eso se traslada a su forma de utilizar internet, cuyo uso se ha disparado en Cuba desde la llegada de la 3G a finales de 2018: lo ve como "un instrumento de hacer propaganda, y yo creo que es más un instrumento de comunicación", opina Alzugaray.

Hace apenas unas semanas, el mandatario defendió su tesis doctoral sobre el tema "Gestión de gobierno basada en la ciencia y la innovación", despertando la incredulidad de algunos internautas ante tal proeza.

Pero en el reverso de la moneda, internet sirve como caja de resonancia de las demandas ciudadanas: protegidos por el anonimato de las redes sociales, los cubanos han comenzado a llamar, incluso a insultar al presidente y a sus ministros.

Una agenda exterior ocupada

Desde el liderazgo dejó clara su intención de dar continuidad a las políticas de Castro, que había iniciado reformas económicas con pequeñas aperturas a la iniciativa privada pero manteniendo el monopolio del Estado sobre los sectores estratégicos.

El inicio de su presidencia comenzó con una tragedia: el peor accidente aéreo de los últimos 30 años en la isla con 112 muertos y solo una superviviente en mayo de 2018 en La Habana.

En un gesto que recordó a los modos de Fidel Castro, el recién estrenado presidente se personó rápidamente en el lugar del siniestro.

Poco antes, Díaz-Canel estrenaba su agenda presidencial con las visitas de dos de sus principales socios: los mandatarios de Venezuela, Nicolás Maduro, y de Bolivia, Evo Morales.

A finales de octubre emprendió un viaje para afianzar lazos con los dos mayores aliados de Cuba fuera de la región. Su reunión con Vladimir Putin en Moscú culminó con un acuerdo de cooperación económica y en Beijing pactó con Xi Jinping impulsar los lazos "de amistad".

Las limitadas inversiones de ambas potencias en Cuba fueron contrarrestadas por las acciones del más reciente archienemigo del Estado cubano y su líder: el ex presidente estadounidense Donald Trump.

Trump endureció el embargo de Estados Unidos con un goteo continuo de sanciones coronado, al final de su mandato, con la reinclusión de Cuba en la lista de patrocinadores del terrorismo.

Como respuesta a la hostilidad estadounidense, Díaz-Canel hizo lo mismo que sus antecesores: protestar por las vías diplomática y mediática. Y si bien ha tenido tan poco éxito como ellos, fue el primero en hacerlo a través de las redes sociales.