MILENIO. Aquellos problemas menores del día, esos que solemos describir como “lo de siempre” cuando alguien nos pregunta “¿Qué pasó hoy?”, afectan más de lo que creemos a nuestra salud mental.
Cuando hablamos de situaciones de estrés, normalmente pensamos en asuntos de gran envergadura: quizá renunciar al trabajo, comenzar la tesis, organizar un viaje familiar o terminar una relación. Y poco se menciona las veces que la alarma no sonó en las mañanas, las juntas semanales del trabajo, encontrar estacionamiento en la calle o cuando no abrió el "changarro" de confianza y toca buscar dónde comer.
Sin embargo, un artículo de la Universidad de Harvard demostró que esos pequeños inconvenientes— conocidos como micro estrés— también tienen repercusiones para el bienestar emocional, sólo que desde un modus operandi más discreto y aparentemente fugaz.
“Parecen manejables en el momento, pero se acumulan y pueden crear efectos dominó de consecuencias secundarias y, a veces, terciarias, que pueden durar horas o días, e incluso desencadenar micro estrés en otras personas”, señalan Rob Cross y Karen Dillon en el texto The Hidden Toll of Microstress.
A grandes rasgos, el estrés es “grande, visible y obvio”, usualmente proveniente de desafíos y contratiempos universalmente reconocidos. No así el micro estrés, el cual, como su nombre lo refiere, es mucho menos evidente y surge de aquellas circunstancias que percibimos como “un bache más en el camino”.
Es decir, aparentan ser fugaces, fáciles de manejar o demasiado leves para dañarnos significativamente. Por ejemplo, cuando tenemos que cancelar una salida por algún compromiso familiar o confiar en Google Maps o Waze para manejar por una ruta desconocida.
“Nos ataca tan rápido y estamos tan acostumbrados a simplemente superarlo, que a penas nos damos cuenta de que ha sucedido algo”, señala el artículo.
Asimismo, los micro estresores no suelen ser provocados por el compañero amargado del trabajo, un vecino grosero o una recepcionista que te atendió mal; sino por las personas más cercanas: amistades, familiares o colegas.
¿De dónde surgen los micro estrés?
No hay día en el que las personas no se enfrenten a esos pequeños momentos de estrés: escuchar las quejas de tu jefe, alcanzar asiento en el transporte público, encontrar ese último documento que faltaba para un trámite importante o buscar una camisa que jurabas tener, pero no has visto desde hace meses.
Pese a que el espectro es amplio, los autores lograron identificar 14 fuentes de micro estrés, las cuales, a su vez, dividieron en tres grandes categorías
Estas circunstancias son las principales responsables del por qué “sentimos que fallamos en el trabajo y en nuestras vidas personales”, a tal punto que las responsabilidades diarias las cumplimos con dificultad.
Dichos sentimientos obedecen a:
Dentro de esta categoría se encuentran aquellos momentos donde se irrumpe el “pozo” de paz, fortaleza y resiliencia; es decir, aquel que ayuda a las personas a enfocarse, priorizar y manejar los conflictos.
Los principales son:
El artículo describe estas circunstancias como las detonantes del “sentimiento incómodo de que no eres la persona quien realmente deseas ser”, el cual, añade, aleja a las personas de sus motivaciones y sus propósitos.
¿Y qué las provoca? Esencialmente:
Situaciones cotidianas, como tomar el transporte público, pueden ser fuentes de micro estrés | Foto: Roberto Amaya
Naturalmente, una interacción negativa puede ser hasta cinco veces más impactante que cualquier positiva. Por ello, señala el estudio, erradicar uno o dos micro estresores en nuestra vida puede generar un impacto importante al bienestar.
El primer paso para ello es identificar de dónde vienen esos sentimientos, rastrearlos y entender cómo llegan a perjudicar en otros ámbitos de la vida. Una vez identificados, la Universidad propone implementar tres estrategias:.