ADN 40. Los programas sociales del Bienestar se han convertido en un elemento central del Gobierno Federal, tanto en la pasada como en la actual administración en México; sin embargo, de acuerdo con investigaciones y especialistas no son la solución para reducir la pobreza.
A menudo, los programas sociales funcionan como una herramienta de los gobiernos populistas para acumular poder y legitimidad. Pero, en realidad la pregunta es si ayudan a terminar con la pobreza y la desigualdad en México.
México fue pionero en la implementación de programas sociales, en 1997, con el lanzamiento de Progresa. En 2019, el fundador de Morena, Andrés Manuel López Obrador, sustituyó este programa social por los programas para el Bienestar universales, que le ganó gran popularidad, primero, entre los adultos mayores.
La finalidad de los programas para el Bienestar es mejorar la calidad de vida de la población, especialmente de aquella personas que viven en situación de pobreza y vulnerabilidad, a través de acciones y apoyos económicos; no obstante, los datos indican que no han logrado cambiar las condiciones de los mexicanos.
Algunos de los programas que se mantienen activos en el Gobierno mexicano son:
Una de las situaciones que llaman la atención es que a pesar de la implementación de los programas para el Bienestar no se ha tenido el impacto esperado ni se ha logrado reducir significativamente la pobreza moderada. Estos son algunos de los principales argumentos en contra de los programas sociales:
A simple vista, los programas del Bienestar parecen haber reducido los índices de pobreza en México; incluso, datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) demuestran que los niveles de pobreza efectivamente se redujeron del 42% en 2018 al 36% en 2022. No obstante, según Axel González de México Cómo Vamos esta reducción se debe al aumento de salarios más que a los programas sociales.
Estos resultados quedan más claros con datos del Coneval, pues la proporción de las personas que viven en la pobreza extrema creció del 7% al 7,1% en el mismo periodo.
Una de las consecuencias de los bajos salarios son personas que optan por el trabajo informal, lo que significa cada vez más ciudadanos sin seguridad social.
En este contexto, el gasto en los programas sociales del Bienestar hace pensar en la importancia de considerar otros factores como el crecimiento económico, la inversión en servicios públicos o mejores sueldos como estrategias más factibles que pudieran lograr una reducción efectiva y sostenible de la pobreza.
Aunque no lo parezca, una investigación de Susan Parker, de la Universidad de Maryland, demostró que las tasas de abandono escolar aumentaron tras la eliminación de Prospera, sobre todo entre los chicos de 15 a 17 años. Una situación preocupante, en un país que busca alejar a los jóvenes del crimen organizado.
Los programas sociales como tema central en la política populista pueden convertirse en una herramienta del Gobierno Federal para acumular poder.
Actualmente, los programas para el Bienestar absorben ya alrededor del 12% del presupuesto federal. Casi el 60% se destina a pagar la pensión universal que figura en la Constitución y es importante considerar que aumentará puesto que la población de México envejece rápidamente.
Es importante voltear a los demás rubros como la atención sanitaria que recibió menos del 1% del presupuesto de 2025.
Hasta ahora, el Gobierno Federal ha apostado por los programas sociales para frenar la pobreza en México; sin embargo, la amenaza de los aranceles de Trump y los bajos ingresos fiscales podrían hacer tambalear la política populista de la administración actual.